1 dic 2008

Por una Desconocida

No se ni como se llama ni la edad que tiene, no sabía que tenía dos hijos ni que se casó con 16 años. Solo se que pedía ayuda, pedía ayuda en la calle, con el pijama puesto y la cara desencajada. La gente que había en el bar la miraba como el que ve una película de Hitchcock, nadie se movía del sitio mientras ella llorando pedía ayuda, yo tarde en reaccionar, quizás porque llevaba alguna copa de más, pero en cuanto vi la situación, entendí que no podía quedarme parado, corrí tras ella, sin saber quien me seguía, sin saber quien se quedaba.

Subí unas escaleras empinadas, justo al lado del bar, mientras mi cabeza me decía, te vas a meter en un lío, este marrón no te pertenece, pero mientras escuchaba a mi conciencia subía aquellas escaleras con el corazón palpitante, y las seguí subiendo cuando se apagó la luz, cuando pisaba cristales rotos y me escurría por líquido derramado y las terminé de subir al ver la sangre. Frente a mi, en la batalla a la que fui invitado, un joven de alrededor de 30 años lucía sangre en su boca, aquel adorno me indicaba que no se saldaría la disputa con un intercambio dialéctico, que preguntar que había pasado para nada servía. La muchacha me rogó que lo sujetase y yo decidido le invité a desalojar el lúgubre lugar, pero ese era su terreno y un desconocido no le iba a convencer en su empeño de solucionar a la antigua usanza las diferencias originadas.

Lo sujete cuando no vi otra opción y éste al notar resistencia comenzó su lucha, como el rabo de lagartija se movía a impulsos, quizás había bebido demasiado o se había metido demasiado como para que su esfuerzo fuese constante, pero estos impulsos resultaban feroces, difíciles de calmar, cuando casi había decidido usar un punto mas de fuerza o abandonar la contienda, un amigo mio, Joaquín, que me había seguido decidió entrar en la refriega, entre los dos lo inmovilizamos, algún que otro golpe me llevé. La cosa pintaba muy mal cuando la chica que momentos antes me había suplicado ayuda comenzó a forcejear pidiendo desesperada que no le hiciésemos daño, que lo soltásemos... en apenas cinco minutos llegó la policía, lo inmovilizaron y sin recibir gracias por los servicios prestados nos fuimos, con la sensación de haber obrado bien, y la pena de ver que sucesos como los que vemos en los telediarios pasan en todos sitios a todas horas.

Por lo que me cuentan había sido una refriega familiar, echándose en cara acontecimientos pasados, la discusión subió de tono y se mostró que el respeto era algo que no compartían, a pesar de mantener vínculos familiares, la violencia apareció como método para la solución de sus rencillas, el padre de la chica que pidió ayuda cogió un cuchillo con el que esperaba arriba al chico, éste había bajado para luchar en igualdad de condiciones pero ahí fue cuando nosotros entramos...

Al día siguiente y ya con la lucidez de la resaca, reconstruía los hechos, que hubiese pasado si el chaval nos hubiese esperado con una navaja, una botella, un palo, que habría pasado si alguno de los golpes recibidos hubiese sido mal encajado...con que facilidad se tronca una vida, por mor de gente que tiene la vida troncada. Que se ha hecho mal para que miembros de una misma familia acudan a terceros cuando la vida les da de lado. En que ambiente se criarán los dos hijos de aquellos individuos, sin principios, sin valores, sin respeto sin cuidados...

Me acordé del profesor Jesús Neira, yo tuve la suerte que a él le faltó, el resto de los acontecimientos fueron iguales, incluso cuando la chica que había pedido ayuda, de repente y como el que tiene el síndrome de Estocolmo, se puso a defenderlo, igual que Violeta Santander justificó la agresión de su novio...un mundo que pierde los valores, un mundo que no sabe bien diferenciar entre lo bueno y lo malo, donde no se sabe reaccionar cuando alguien pide ayuda, es un mundo que no va bien, un mundo que debe cambiar, nosotros somos los que lo debemos cambiar.

3 comentarios:

Manuel Bernal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel Bernal dijo...

La cuestión es: ¿salvarás, valiente, la vida a una desconocida, o un/a conocido/a te perderá a ti?
Sí, hay que hacer algo, da rabia, no está bien, es triste; pero ten mucho cuidado, porque no es común que un aliado se levante como tú hiciste. Acto heroico el tuyo... Vivirás largo!

//RaúlDaguiler dijo...

No hay vida mas larga que la vivida según unos principios y unos valores. Como diría Ernesto Che Guevara, prefiero morir de pie que vivir arrodillado